Queridas y queridos todos:
Esta sucesión de monólogos, ya que no diálogos, o triálogos, o multiágolos, o lo que coñoágolo sea, los agradezco a todos y cada uno. Hasta a quien trata de ofender con una consecuencia y persistencia dignas de más provechosas causas. Lo dije en una oportunidad anterior: “Por norma no aplico censura”, y salvo alguna persona necia, y precisamente por eso, aquí le he publicado a cada quien lo que se le ha antojado decir, especular, inventar, hablar por mi, y hasta de manera temeraria a veces interpretar mi trabajo.
Por ello esta reflexión se justifica. A fin de cuentas cada uno de ustedes ha puesto su visión de lo que ha entendido. Unas veces ha sido divertida, otras dolorosa, algunas triste, también las ha habido desesperantes, torpes, brillantes; de todo ha habido. Algunas veces han rozado la nuez de mi condición, otras me han desesperado, a veces han hecho que la soberbia me encrespe y salte a la máquina para responder pero siempre se impone la vieja alcahueta de la tolerancia. Ha habido quienes me han hecho llorar, y otros reír hasta igual llegar al llanto…
Por todo eso: gracias. Han hecho suya la página y han participado en estos tiempos que nadie hace nada, en que todos se miran el ombligo haciéndolo el centro del universo, han hablado con osadía y con ternura y con pasión y con inocencia. Yo no merecía tanto.
Por todo eso: gracias!
Alfredo
1 comentario:
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