Ella siempre quiso lucir un ceñido traje negro de lentejuelas,
hoy se lo amolda con gestos de hembra que sale de cacería
para merendarse al primer gañán que se atreva atravesársele.
Sus nalgas siempre quisieron sentirse devoradas de tarde
por las uñas ansiosas del que supiera ganarse el derecho
a destapar los huracanes que añejaba entre su frustración.
Ella siempre buscó la ancha ferocidad de un beso homicida
que acabara con todas las cadenas que la hacían decorosa
aún en medio del largo hastío de un hogar que era una parábola.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
La fábula despierta mi ojo que ha caido en un sopor de blancos y negros. ¿Será que algo anda mal? Mi beso ancho y feroz no se siente homicida cuando besa.
Ch.
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