La mano crucifica un gesto suave en el desprecio
que sus ojos confirman al cruzar la calle
mientras su perfume de muchacha agotada
sigue su rumbo entre las puertas que se caen.
La pierna es un pincel que traza bocetos de olvido
con la sabia amnesia que abandona flores
y encuentra tristezas escondidas para vomitarlas
sobre los reflejos de noches que nunca regresan.
La piel se le eriza con los secretos de albures
que le hipotecaron hasta el tiempo de la palabra
y los caminos se desaprovecharon en remates
de sentimientos que se quebraron en un cardonal.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
La historia la escriben siempre los que ganan...demasiada su tristeza escondida que vomita en el espejo.
Ch.
Publicar un comentario