domingo, febrero 09, 2014

NEGRO

            Día a día doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado, y no dejo de susurrarle: ¡Y sin haberte pedido! Y me digo a mí mismo: Si hubieras pedido, seguro no hubieras recibido tanto.  De lo tanto que me ha tocado están los maestros que tuve, y espero seguir teniendo, uno de ellos fue Antonio Estévez, el querido maestro.  De su mano aprendí a degustar la obra de Alberto Arvelo Torrealba y recuerdo de sus Glosas al cancionero, donde Florentino y el Diablo ocupaban especial sitio,  estos versos: 
Mi potro sobre las riendas
cruza la orilla arenosa,
y cuando el cielo de rosa
cierra su ultima rendija,
abres tu negra cobija
noche oscura y tenebrosa.
 
            Hoy escribo del a veces despreciado y/o estigmatizado negro, color con el cual a veces pareciera no terminamos de determinar las cosas. Maniqueísmos aparte, creo no pecar de exagerado si digo que, al menos en nuestro modelo societario, mantenemos con el negro una morbosa relación de amor y odio. Por un lado lo asociamos con lo negativo, lo diabólico, lo nefasto; mientras que por el otro lo vinculamos con lo elegante, lo sobrio, lo distinguido.  Se me ocurre pensar en este momento, a manera de ejemplo de lo primero, en el bachiller Shakespeare quien, por ahí por 1603, en su Otelo, pone a Yago a gritar a Brabancio en el primer acto: “Ahora mismo está solazándose con vuestra blanca cordera un macho negro y feo.” En cuanto a muestra de la visión benéfica del oscuro matiz no se me ocurre mejor ejemplo que a Rubén Darío:
Luz negra, que es más luz que la blanca
del sol, y las azules de los cielos.
Luz negra, luz divina, luz que alegra
la luz meridional, luz de las niñas
de las grandes ojeras.
 
            Al seguir dándole vueltas a los que en su momento aparece en Otelo, no dejo de sonreír ante el planteamiento de la socióloga cubana Sandra Morales Fundora en su libro El negro y su representación social: “La historia de penurias y marginación social del negro como miembro de la sociedad, expresada en el racismo, surge en el siglo XVIII.” De lo cual podemos inferir, que lo puesto por el autor británico en boca de su personaje no es considerado racismo por la estudiosa antillana. Interesante…
 
            Y ahora que hablo de aquellas tierras y de negros no puedo dejar de pensar en Nicolás Guillén:
¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te disen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembón?
 
Max Lüscher en El test de los colores describe el color negro como la representación del límite absoluto. Los teóricos del color definen al negro como “la percepción visual de máxima oscuridad, debido a la inexistencia de fotorrecepción, por falta total de luz. Se asemeja a la coloración del carbón. Es de claridad nula y acromático.”  En cuanto a los orígenes del vocablo algunos afirman que deben buscarse en el protoindoeuropeo, al menos es lo que asegura el Online Etymology Dictionary de Douglas Harper, donde se especula que el significado de nekw–t– era: noche.  De allí pasó al latín: nĭger, nĭgra, nĭgrum. Por su parte, Joan Corominas en su Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, explica que en idioma castellano el término negro comenzó a emplearse alrededor del  siglo XII. 
 
            Si revisamos las connotaciones a las que suele estar asociada la palabra veremos que el mercado negro es ilegal, una oveja negra es lo que yo he resultado para mi familia, humor negro tiene que ver con chistes pesados (pero generalmente sabrosos, he de decir), acá en Venezuela cuando hablamos del Viernes Negro nos referimos al18 de febrero de 1983, fecha en la cual el entonces presidente Luis Herrera Campins devaluó el bolívar, carrera descendente que nunca ha parado desde entonces.  Sin embargo, también es bueno recordar que negro es el color de la cinta con la que se indica el tope del entrenamiento en diferentes artes marciales; y para los masái que viven entre Kenia y Tanzania el negro está vinculado con las nubes de lluvia, símbolo de la vida y la subsiguiente prosperidad.
 
Las venturas y desventuras de nuestro color de hoy han sido de toda ralea. Se sabe que en 1498, Ana de Bretaña, quien fue de armas tomar y faldas alzar, al enviudar de Carlos VIII de Francia, con quien había tenido su segundo matrimonio, se vistió de negro en su funeral. Aseguran las crónicas -¡y no de Hola!- que el rey sucesor Luis XII, quien además era primo del difunto, pese a estar casado con su también prima Juana de Valois, se embellacó por la viuda y logró que el Papa Alejandro VI anulara en menos de un año su matrimonio y se casara con ella haciendo que de nuevo la ilustre coja llegara a ser reina de Francia.
 
            ¿Será que la nobleza gala hubiera sido proclive a Vallejo y recitarán Los Heraldos Negros?
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
 
Quien sabe si tararearían Negro como un blues de Joaquín Sabina:
y el autobús
de mi pasado
me dejó sin luz
en un túnel
negro como un blues
 
            Como bien han de suponer, no puedo dejar por fuera a nuestro Andrés Eloy Blanco y me vienen a la mente dos de sus piezas: El Canto de los hijos en marcha que abre con dolorosa petición:
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras;
que no vengan todos a pasar la noche
rumiando pesares, mientras tú me lloras…
y, por supuesto sus Angelitos Negros que cierra así:
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.
 
            Negro de luto y negro del vuelo de las aves que se empinan sobre las cercas, la libertad es una sombra de la que nunca se saben zafar quienes quieren encerrarla. En una hora negra como la que vive Venezuela, siempre habrá una luz que retoñara en los bordes quebrados del agua que riega los claveles, por más que ahora solo evoquemos El Romance de la Guardia Civil Española de Federico García Lorca
Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Do, Re, Mi, Fa, Sol... Excelentes fotos.

Ylleny Rodríguez

Anónimo dijo...

pajaritos en el aire...

Nelson Castro

Anónimo dijo...

Bello e interesante lo q escribiste hoy... Gracias por lo que dedicas Mi Negro... Besos para ti!!!

Anónimo dijo...

Magnífico dato sobre lo que representa el color negro.

Zaida Andrade

Anónimo dijo...

Buenos negativos...

Jaime Ballestas

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