En la avenida el ruidoso enjambre de motos
avanza zigzagueando sin aparente control
riegan esquivas maniobras en el asfalto
con la audacia de un hecho de los infiernos
o una sirena que naciera muerta en la tarde.
El de la moto roja lleva una cita en los ojos
para entregar los documentos del abogado
que anda divorciando a las espaldas albas
de una soledad que crece en sus sueños
con morbosas ruinas de melodías huyendo.
Aquel de la negra avanza contorsionándose
hasta la acera y lleva la derecha a la boca
encierra un beso en la punta de los dedos
y lo pone en el pubis de la hembra adorable
quien recula y le recuerda la madre a todo pulmón.
En la verde va un mensajero ya abuelo y galán
que se atusa el bigotillo mientras mira de reojo
a la rubia del Audi que sube la ventanilla sagaz
dejando entre el humo un aroma de perfumes
como vaivenes de caricias que nunca llegarán.
Otro en máquina azul tiembla pero sin frenar
anticipa el ataque del parafangos que asaltará
su rueda trasera y se desliza como cáscara
que arrastra la lluvia hacia la boca de la cloaca
donde sus sueños y su fortuna caen sin pausa.
De último viene el de la blanca como rabo de nube
arrastra llanto rabioso en su mirada de desánimo
mientras colecciona desprecios en su corazón
que le matan de sed la esperanza de quita y pon
desbaratándole en la calle los besos y la alegría.
® Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Mi amor, estoy segurisima de que tu moto es la blanca...
Ch.
Que realidad viviste!!!
Tal cual así es la vida de las calles de tu ciudad CARACAS...
muy bueno!
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