En una vitrina se colocan los defectos que se arrancan
con la parsimonia de caídas y añoranzas
mientras una guitarra de diez cuerdas retumba
y el alma se le esconde a las miserias propias y ajenas.
Una sincopa que solapa arpegios como gitanos dormidos
bajo la sombra de un jazminero donde guardar las penas
que se irán corriente abajo del Guadalquivir
como esta pena que se llora por el amigo sin regreso.
En una lágrima se deja rodar por las calles de Granada
los versos de una desgracia que será belleza
como las espadas que desde Toledo llegan tremolando
para decapitar las tristezas y llevar a llenar este vacío.
Una caridad que desaloja de los aljibes un olivar limpio
donde balan las ternuras degolladas de madrugada
que regresarán cada mediodía con eclipses verdes
como la piel que se revienta de emociones y ríe.
® Alfredo Cedeño
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