Un pelícano que se mece en su vientre
me hace de almohada estallando asaz
y en la ciudad los árboles apagan el miedo
con los bordes de una canción pagana.
Dos besos se pierden en sus nalgas
cuando mis dientes pierden la calma
y se dejan arrastrar por la torpe lascivia
del vaivén que marca desde boca a matriz.
Tres gemidos me robó con su lengua
mientras una tempestad desarmaba
un lago de canciones ciegas y equivocadas
como un rosario de caricias en pecado.
Cuatro caminos armando encrucijadas
siempre me llevan al corazón de sus muslos
con ráfagas de nostalgia que deshilan
las telarañas de los despechos derrotados.
Cinco miedos que se conocen en los dedos
al debatirse entre propuestas irreflexivas
de noches que no saben comprometerse
pero que se esperan con fruición homicida.
Seis cuerdas arrancadas de una vihuela
dejando cantos doblados bajo su almohada
para dormirla con un rescoldo de la ternura
que nunca supe arrancarme para esperarla.
Siete flores arrancadas sin sombras
que abran orgasmos viles de caminos
como un bisturí agotado de flagelar
las vísceras fofas de los desencantos.
Ocho muchachas vendiendo temblores
entre simular de gemidos para billeteras
que les pagarán sus antojos alguna vez
o apagarán sus necesidades que arrastran.
Nueve desencantos abandonados en la cocina
donde encontré su boca china de gitana
van abriendo los círculos dantescos
donde siempre la ruleta me hacía quebrar.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
...de la ternura que nunca supe arrancarme para esperarla... Muy bella su novena y un "bravo" para ud.
Chocolate,chocolate tiene madera
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