Como los que sólo pueden bailar con una muñeca
donde el monigote de su propia desgracia se mece
pasan los fantasmas de dioses que perdieron sus gracias
y me echo a caminar por una carretera de nácar
donde encuentro tres alcancías para asegurar mi paz
una carcajada limpia de muchacha muy enamorada
un beso que siempre asedia sin éxito bocas pecadoras
una bofetada perdida que nunca encontró una mejilla
un rayo de luna que me alumbre sin posesiones
una bendición sin falsedades para los que mienten
un ataque de celos que se pierde en la arena
una hoja de albahaca que ponga aromas al desvelo
un convento desolado de virginidades marchitas
una esperanza que se cristalice cada tarde de dolor
un aroma de querer nuevo que emociona la piel
una excepción que no llegue nunca a las reglas
un corazón que se arrodille para regresar sin alma
una mentira que levante el borde de los espejos
un cobarde que no tenga miedo de sus temores
una muchacha que me quiere sin condiciones
un abrazo que se estrella vacío en las escaleras
una canción que baila sobre sus vacíos de cuerdas
un canto que cierre las puertas de las despedidas
una mano que sepa dar la caricia que no necesitas
un ciego que camine sobre los postes y vuela
una despedida que siempre pinta pajaritos en el aire
un recuerdo de nadie y de todos riendo al llorar
una tempestad de detalles que son pocos o ningunos
un loco suelto que limpie los bancos de los parques
una guitarra que se enamora de los mendigos solos
un trozo de jamón sobre una rueda de piña mansa
una bailarina que rescata sus zapatillas del naufragio
un balcón con vista hacia la soledad despidiéndose
una bandera perdida en el océano de los llantos
y un orgasmo robado al compás del Adagio de Albinoni
® Alfredo Cedeño
3 comentarios:
Porque alguna vez fui ese aroma de querer nuevo que emocionó tu piel...
Y mis manos te dieron las caricias que no necesitabas...
Y me robaste mil orgasmos...
Hasta que llegó la despedida pintando pajaritos en el aire...
De esta muchacha que te quizo sin condiciones
Albinoni desde hace días no quiere repetir los acordes de su Adagio y mire que le he insistido. No sé que decir...presumo que se ha acomplejado por aquello de los orgamos robados y él sin saber que todos lo sabían. Ha caminado el océano para ver si consigue algo, pero sólo encuentra ojos tristes llenos de lágrimas, asomados a esta ventana.
Ch.
Porque alguna vez fuí ese aroma de querer nuevo que te emocionó la piel...
y me robaste mil orgasmos...
Hasta que llegó la despedida que siempre pinta pajaritos en el aire...
De esta muchacha que te quiere sin condiciones
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