La mano acompasa el movimiento preciso del cuchillo
y la cebolla cae en cuadros sobre la tabla reticulada
donde se le une más tarde la zanahoria en cubos
que rueda entre aros de calabacines hacia la sartén.
En agua hirviente las flores de brócoli buscan textura
como de paso alegre por prados de hierba áspera
y un racimo de hongos se ahogan en vino blanco
que luego lo harán naufragar en labios ansiosos.
La llama dora el rollo de pollo relleno con albahaca
mientras el aceite de oliva se riega ansioso y voraz
y un salpicar huidizo de pimienta llueve con pausa
en un perfumar de aroma afilado que hace piruetas.
En los platos se arreglan con agilidad olor y sabor
como amantes que entran a un coito suave vespertino
donde el perejil arrastra pedacitos de pudores ariscos
y las bocas se hacen agua al comenzar la entrada.
® Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Qué poema tan sugerente, es un manjar exquisito! Pero,lástima... es de mala educación chuparse los dedos...
Ch.
simple y definitivamente se me hizo agua la boca
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