Una teta risueña es una gracia de vida
donde se alimentan mañas y desgracias
con la parsimonia propia de las orugas.
Un beso derramado es la hiel de las arrugas
en las bocas que nunca se atrevieron
y vieron pasar muy lejos a los pecados.
Unas cejas apretadas son luz del alma
cuando se estrechan en un parpadeo
previo a un orgasmo largo y desenfadado.
Una uña de bordes rajados es un gesto roto
de manos que se congelaron en el regazo
sin saber salir a quitarle la camisa a nadie.
Un restregar de pelvis es una sinfonía
que se mece entre ternuras y dolores
para cantar letanías morbosas de amor.
Unas piernas elegantes y limpias de ganas
son una maldición que se arrastran
cuando nunca pueden ser mordisqueadas.
Una nalga liberada es un soplo de aromas
con los que van saltando los escarabajos
entre las tristezas que van echando al mar.
Un revoloteo de promesas deslucidas
siempre concluye en el fondo de una guitarra
que se ahoga llegando a los burdeles en Roma.
Unas palabras afiladas como navaja ladrona
abren las puertas impuras de tus piernas
y pasamos la tarde tarareando tu canción.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
No puedo, realmente no puedo tararear* (menos aún su 01), ni siquiera cantar letanías morbosas de amor. Me quedé en el zoo; ahí yazgo al lado del camino (como el Fito)intentando imaginarme cómo quitarle la camisa al macho bípedo ausente.
Ch.
*tararear.
(De tarara).
Cantar entre dientes y sin
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