Como un hada que arrastra dos perros
pasa el marido engañado
con sus burlas de calle a cuestas
y en la esquina su desencanto rueda
entre las cáscaras de un mango.
Con la armonía de un gato en el aire
entra la esposa al hotel
lleva a flor de caderas el engaño
donde sacrificará la fidelidad
que le ha ido imponiendo la monotonía.
Como una canción que blande aromas de paz
se estira sobre la cama el muchacho
que sabe ablandará las culpas en las carnes
de la vecina que esta mañana
le entregó un papel con la dirección.
Con un vaivén de hamacas jugueteando
el marido cruza la vereda
ella revienta votos de lealtad
el gañán le desguaza con urgencia la falda a ella
y la ciudad sigue su paso de depredador hastiado.
® Alfredo Cedeño
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