martes, octubre 31, 2006

INOCENCIA

Por más cara de cretino que puse ella no quiso creerme
o mi imbecilidad no supo convencerla
y la lluvia de insultos fue una tormenta de improperios
que ascendió hasta mi quinta generación
mientras ella me movía en el rostro la media negra.

No di falsos testimonios ni fue fe de desesperado
pero no atiné a decir de quien era
o cómo había sido capaz de llegar atrás de mi cama
aquella hermosa insinuación de impudicias
que la fiera terminó metiendo a la fuerza en mi boca.

Hasta ese día duró la que fue el último amor de mi vida
que no pudo ni supo creer en mi cariño
por más de pacotilla que fuera como afirmó desgañitándose
a la par que prometía hacerme eunuco de un serrallo
la próxima vez que me viera así fuera saliendo de misa.

® Alfredo Cedeño

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entre la inocencia y una media negra de seda extraviada hay distancia cero. Ch.

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