Las puertas de los dolores se abren cada mañana y cada noche
para llenarme de desiertos las alas oscuras y rotas
llegan alzando el picaporte con precisa alevosía sin mañanas.
Las ventanas cantan con los demonios de sueños derrotados
y los talismanes se revientan en la piel de las calles sin puerto
enredándose al destino desordenado en las dudas eternas.
Las cancelas del miedo son de acero y guardan los despojos
quincenales de las culpas amplias de lo que no fue
o que me antojé de no dejarlas ser en este erial de cariños.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
Me antojo de ser estrella perdida en un postigoº que no padece de los dolores de las calles rotas. Ch.
ºDel lat. postīcum
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