lunes, octubre 23, 2006

TRAYECTO

No es El Medio Oriente donde estuvo el corazón de La Ruta de La Seda
lo afirmo yo, Marco Polo de tu coño, con toda la irresponsabilidad posible.

Es en el borde de tus muslos de suaves fronteras y maniobras dulcísimas
donde se llega a los orgasmos sin mangas como el hilo de una araña azul.

Es en los botones sin pesadumbres de tus pezones invocando mi lengua
donde se encuentran los aromas de canela y pimienta dulce de los amantes.

Es en el golfo de tu nuca limpia de escollos y traiciones viajeras en autobús
donde atracan los dientes a derramarse sin vilezas que empañen la tarde.

Es en la hoya de tu ombligo sin vértices como la madrugada sin estampillas
donde se borran las cicatrices de abortos del querer a la entrada de un rayo.

Es en la marisma de tus pies antesala de pasos hacia las módicas texturas
donde el destino cambia las melodías de los laberintos en aroma de anís.

Es en tus axilas de mujer soberana que vuela debajo de las melancolías
donde los leones abandonan las bocanadas de sangre marchita y sin amor.

Es en tus manos de promesas que nunca se harán por cumplir con la tarde
donde se cambian los nombres de los cantantes que llegan a retoñar audaces.

Es en tu cabello de hospitalidad como noche de boda anticipada a la ceremonia
donde preparas un nido para mi alma sin olvidos y mis ganas que no terminan.

Es en tu boca baja de bordes encarnados que me resguarda incondicional
donde las brújulas llevan al océano del aliento libre de malísimos presagios.

Es cierto: no fue Constantinopla el verdadero corazón de La Ruta de La Seda
lo afirmo yo, Marco Polo de tu coño, con toda la libertad que me has dispuesto.

® Alfredo Cedeño

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es hermosamente sugerente esta expresión: "Es en tu boca baja de bordes encarnados..." !Lo felicito! Ch.

Anónimo dijo...

El recuerdo es el camino breve y puro que conduce hacia el delirio, que transcurre como una sinfonía en el viento de la fábula. Adagio de las promesas que no dijimos, andante nocturno que devuelve las traiciones a un mar dormido en mi vientre, pues será el trayecto que nos ha de reunir lento, como el tejido fatal de una espera sin personajes.

Luna

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