Miradas sutiles de sensualidad perdida vagan en el supermercado
de señoras que compran con la monotonía retratada en su paso
y sus nalgas que no saben pecar se perfilan bajo las telas caras.
Las berenjenas son lozanas y los tomates rozagantes en sus cajas
donde las manos comenzando a marchitarse las van escogiendo
con un desdén sufrido que ni ellas mismas alcanzan a entender.
Los enlatados se asoman perfectos como Romeos sin Julietas
y el otoño se queda afuera sin dar paso al invierno en sus camas
a mitad de camino entre lo pacato y la libre cortesanía descocada.
Los pasillos son una emboscada que les velan las miradas vacuas
de los besos que nunca supieron provocar y se les empaña la risa
como las alas de aquellas golondrinas que nunca pudieron alcanzar.
Las canciones se cuelan entre unos parlantes simulados al aire
y los cajeros riegan carcajadas con gestos simples e irreverentes
de complicidad que las hembras pasmadas no pueden entender.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
Alfredo me pareciò exquisita esta VIRGINIA XVII, de verdad que SÌ... ¡¡¡¡Muy buen escrito!!! Un beso
Cristina Chaca
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